jueves, 26 de febrero de 2009

Onanismo

¿Qué amor más grande a la vida?
¿Qué alabanza más pura a la creación?

Un cuerpo, templo de Afrodita
dos manos, alas de golondrina
el salobre sabor del mar, que envuelve
el vaivén de las olas, que rompen
con ansiedad insaciable, traviesas.

Bate el corazón, tambor asincopado
su sonido enmudece y provoca
marca el ritmo del oceano henchido
que rompe, cada vez más furioso
castigando a la playa, que lo contiene.

Bate ahora, con alas de colibrí
que alcanza la miel, y de ella bebe;
el mar ahora esclavo, sometido
acaricia manso la superficie
que nunca erosiona.

Y es que Eros juega a ser escultor,
juega a tratar de atrapar el viento,
el aire caliente que exhalan los cuerpos
que se aman a si mismos y entonces... al universo.

jueves, 12 de febrero de 2009

Dios no existe


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El teléfono está sonando, despierto repentinamente. Me cuesta trabajo abrir los ojos, así que intento descubrirlo con las manos. Pum, pum, pum, suena un par de veces, hasta que doy con el aparato.

- ¿Bueno? – digo casi ronco
- ¿Gabriel? – suena la voz temblorosa de un hombre
- Sí, ¿qué pasó? Me despertaste
- ¿Ya viste el periódico? – pregunta casi susurrando
- ¿Qué pasa con esta preguntadera en la mañana? No, no lo he visto, cancelé la suscripción, me cuesta menos pagar el Internet.
- No el nacional, Gabriel… el local ¿no has salido de tu casa?
- Te acabo de decir que me despertaste, Arturo
- Sí, sí, perdón – dice contrariado – Sal a comprar el periódico local, cuando lo tengas en las manos me marcas.

Cuelgo el teléfono. Que ganas de joderle a uno el día, pienso mientras me incorporo de la cama. Volteo a ver el piso, buscando mis sandalias, me las pongo mientras bostezo y volteo a ver el reloj. Las siete de la mañana, las pinches siete de la mañana.

A este cabrón no le bastó con verme todo el día ayer, me despierta en mi único día de descanso; no se puede esperar a que nos veamos mañana, ¡está peor que mi ex mujer! – me quejo con el gato, que asume que lo estoy regañando y sale corriendo de mi cuarto. ¡Gato maricón! Le grito, pero ya ni él me escucha.

Ahora hay que salir a comprar el periódico, a ver si no me topo con doña Esperanza, no soporto los sermones en la mañana.

Me pongo la playera que traía puesta el día anterior. Está sucia, pero no me he bañado, no tiene caso ponerme una limpia, me justifico.

Salgo del cuarto, paso por la sala, a donde se fue a dormir Demóstenes, el gato maricón. Le pateo un poco el sillón, pero esta vez no se para, sólo me maúlla. ¿No estés chingando? Le pregunto mientras sonrío. Me volteo y veo la puerta, al lado derecho la única mesita que me dejó Rosario y encima las llaves, que boté en cuanto entré a la casa en la madrugada.

Pinche Arturo, más te vale que sea importante.

Voy saliendo de mi casa y me encuentro de frente a doña Esperanza.

- Buenos días – le digo apenas sonriendo
- Buenos días, don Gabriel, que milagro verlo tan temprano. ¡Qué Dios lo bendiga! – me grita, mientras yo me alejo lo más rápido posible.

“Dios no existe, los seres de la naturaleza se sostienen por si mismos”, pienso. La imagen de Ignacio Ramírez me viene a la mente, la única que tengo clara de él, en el mural de Rivera, con el cabello cano y la expresión seria.

Llego a la calle, huele a gorditas de frijol y a detergente, la señora del restaurante que está a un lado de mi edificio está lavando su piso, antes de recibir a los obreros de la armadora de autos, que salen a desayunar a las ocho.

Buenos días, le digo de buena gana. Ella me sonríe y continúa lavando.

Cruzo la calle corriendo, aunque no hay carros circulando por mi calle a estas horas. Las pinches siete de la mañana – me repito - ¿ahora qué Secretario se murió o a quién mataron? Me detiene en seco esa pregunta. Que no haya sido la gente de la sierra, pinche ejército, les rodean la comunidad cada que hay asamblea.

Continúo el camino al puestito de revistas, esta vez ya no me quejo de la hora, voy repasando la lista de nombres de la gente con la que nos reunimos ayer, como si descartarlos como víctimas en mi mente los protegiera de hechos dados.

Llego al puestito, que atiende en la mañana un señor de mediana edad. Usa unos curiosos lentes de fondo de botella, y parece molestarle el concepto mismo de los viene-viene, porque se la pasa discutiendo con los que administran el espacio hasta donde le da su limitada vista. En la tarde lo atiende su hija, una adolescente gordinflona a la que no le molestan los viene-viene, ella pasa su tiempo contenta hojeando las revistas que vende y haciendo su tarea.

- Buenos días, don Chava
- Buenos días, me contesta sin levantar la mirada. No hace falta, reconoce mejor a la gente con el oído que con los ojos.
- ¿Me da el periódico local? La urgencia por saber lo que hizo la crema y nata de esta ciudad el fin de semana me carcome – le digo casi riendo.
- Ándele, son 12 pesos. La edición del domingo, con fotos a color de las fiestas a las que no nos invitan es más cara.
- Gracias don Chava, y dígale a su hija que si quiere matar el tiempo con material más valioso que la Vanidades, le puedo prestar algunos libros.

El asiente ya sin ponerme mucha atención, se voltea de inmediato a gritarle a un viene-viene que mandó a un despistado a estacionarse enfrente de su puestito. Me alejo escuchando la discusión. Ah que don Chava, a ver si no le parten la madre los del sindicato de viene-vienes, pienso mientras niego divertido con la cabeza.

Llego agitado a la puerta de mi departamento, regresé casi corriendo, esperando que el periódico no me vomite una nueva lista de detenidos. Lo hojeo rápido y no encuentro ninguna nota sobre operativos militares, nada que llame mi atención. Tomo el teléfono y marco el número de Antonio, me contesta al segundo tono.

- ¿Bueno?
- ¿Qué pasó compadre? ¿Cuál es tu noticia urgente? Si me levantaste para que viera las fotos de la boda de la hija del gobernador te desheredo y ya no te quedas con Demóstenes.
- ¿Ahí tienes el periódico?
- Sí, no veo nada, ¿qué pasó?
- Ve la página cuarenta y dos, una notita del lado derecho.

Paso las páginas, llego a la cuarenta y dos, que es parte de la sección de nota roja, justo antes de los avisos de ocasión. “Hombre decapitado, encontrado en la carretera. No hay sospechosos…”, leo.

- ¿Y esto?, le pregunto francamente confundido
- El señor al que le dimos aventón ayer, Gabriel - me dice con la voz entrecortada – sigue leyendo.

“…El horrendo crimen se cometió justo debajo del puente del kilómetro ochenta y seis, en la carretera federal a México. La víctima era un hombre de entre 45 y 50 años, de tez morena. El cuerpo no ha sido reclamado…”

La sangre se me hiela, balbuceo algunas palabras y cuelgo. El teléfono vuelve a sonar varias veces, pero ya no contesto, estoy tratando de recordar el regreso a mi casa. La memoria me regresa invariablemente a la misma escena.

Estamos en la sierra, la gente de ese pueblo nos contactó por casualidad, en una reunión sobre el campo mexicano y las “Metas del Milenio” de la ONU. Meses después ya estábamos armando un proyecto de exportación de mermelada de nopal a la Unión Europea.

El problema es que la comunidad se organizó originalmente para protestar por un proyecto de desarrollo urbano del gobierno estatal, que iba a afectar el bosque y el abastecimiento de agua de varios pueblos alrededor, el suyo incluido. A partir de ese momento han sido constantemente acosados por la policía estatal y, recientemente por el ejército, con la justificación de los operativos contra el narcotráfico.

Ya van en el tercer operativo, en todos ha habido detenidos, los acusan de cosas como tráfico de enervantes o secuestro equiparado y ataque a las vías generales de comunicación. Dos de ellos no fueron presentados ante el Ministerio Público, por lo que ya nos volvimos expertos en la peregrinación burocrática para solicitar información sobre los detenidos.

Mientras tanto, hemos tratado de llevar todos los apoyos materiales que nos ha sido posible. Ayer estábamos terminando de asignar tareas para concluir el proyecto de exportación y repartiendo despensas y material didáctico bilingüe, que logramos canalizar a través de una ONG.

Terminamos tarde de descargar, para llevar las cosas Antonio y yo ocupamos una camioneta que nos prestó su primo, es de sólo dos plazas pero tiene una cajuela grande, perfecta para la tarea de ese día. Había que devolverla al día siguiente, por lo que decidimos regresar, sin importar la hora.

Veníamos de regreso, tratando de sintonizar alguna estación de radio decente, pero las esperanzas se nos esfumaron entre K-paz de la Sierra y el nuevo éxito de Britney Spears.
A la mitad del camino, nos encontramos a un hombre con pinta de campesino, pidiendo aventón. Nos detuvimos y le dijimos que no había espacio en la cabina, pero que podía subirse a la cajuela. Cuando llegamos a la ciudad, Antonio se bajó para avisarle que podía bajar, pero ya no estaba ahí.

Aventuramos un par de teorías sobre el momento en que debió haber saltado de la camioneta, despavorido por el frío o nuestra conversación. La música resultó ser nuestro villano favorito, nos gustó la idea de un campesino, amante de Wagner, que es incapaz de soportar un trayecto de su camino, amenizado por los éxitos de los Temerarios.

No teníamos como imaginar lo que le pasó. Releo la noticia, pero cada vez me duele más. Me duele no saber su nombre, me duele saber que nadie ha reclamado el cuerpo, y me duele la frase final del articulito de la sección de nota roja: “la decapitación apunta a un ajuste de cuentas del narcotráfico.”

Claro, la conclusión lógica viene de suponer que es un campesino que plantaba marihuana y murió víctima de un ajuste de cuentas. ¿Quién va a aventurar la posibilidad de que un par de pendejos no pensaron que el hombre que venía parado en la cajuela de su camioneta, no iba a reaccionar suficientemente rápido ante el inminente impacto de un puente bajo, que se le acercaba a 120 kilómetros por hora?

Cierro los ojos y la imagen me persigue. ¿Cómo le pide perdón un ateo a un muerto, sin que interceda el cielo?

Perdóname, digo en voz baja.

lunes, 9 de febrero de 2009

Yúnjico

Felicidades Yúnjico,*

Felicidades por elegir a un gobierno que obliga a niñas violadas a tener a los hijos productos de esa agresión en la más cruel imposición de su moralidad hipócrita.

Felicidades por elegir la "estabilidad" que bien sabes que no trae consigo ni crecimiento ni empleo, contra el desarrollo social.

Felicidades por imponer tu miedo y tu cretinismo clasista sobre la oportunidad de proveer a la gente más necesitada de condiciones dignas para iniciar su vida.

Felicidades por utilizar el argumento de que la gente que no apoya tu visión, es porque quiere vivir del gobierno, cuando sabes que lo que se intenta lograr es el acceso a las condiciones mínimas de bienestar.

Felicidades por privilegiar el "fomento" a la banca que a pesar de haber aceptado la inversión extranjera y recibir miles de millones de pesos en intereses sigue siendo tan ineficiente y cara como desde el inicio.

Felicidades por permitir que los delitos del FOBAPROA queden impunes.

Felicidades por garantizarle el paraíso a Roberto Hernández... y de paso el acceso al sector eléctrico.

Felicidades por lograr retroceder todos los logros que en materia de tutela del estado sobre nuestros 2 sectores claves logró Lázaro Cárdenas.

Felicidades por mantener en el gobierno a la gente que expresamente intenta imponer su religión en un país en el que el laicismo costó sangre.

Felicidades por mantener en el gobierno a gente que predica a través de su puesto en las Secretarías del gobierno Federal.

Felicidades por elegir a la gente que puso al frente de la Secretaría de Desarrollo Social a la amiguita de la esposa del presidente, que sabe tanto de la pobreza y de la forma de superarla tanto como le enseñó su curso de 1 mes.

Felicidades por mantener en el poder a la gente que en lugar de combatir a la pobreza no tiene ni la voluntad de verla y la cubre con bardas.

Felicidades por mantener en el gobierno a la gente responsable de la expulsión de más del 40% de los emigrantes mexicanos a Estados Unidos porque en este país no encuentran empleo.

Felicidades por mantener en el gobierno a la gente que se adjudica la estabilidad social generada por el envío de las remesas de la gente que salió huyendo de este lodazal de desigualdad.

Felicidades por fomentar el miedo, tu única arma, la única forma en la que puedes lograr que la gente te crea, cuando eres tú el que la tienes endeudada, pagando los créditos personales de la gente que maneja la Comisión Nacional Bancaria y de Valores.

Felicidades por garantizar a los miembros del CCE que sigan difiriendo el pago de sus impuestos por décadas.

Felicidades por dejar entre los cadáveres una Ley de Telecomunicaciones que va a terminar mordiéndote a ti.

Felicidades Yúnjico, ya substituirás con libertad las estatuas de los héroes mexicanos por las de los santos de tu devoción. Ya seguirás encubriendo a los sacerdotes violadores porque no aceptas que la religión no es garante de la formación humana con valores.

Felicidades Yúnjico, por traernos el "progreso" de las sociedades más atrasadas, por permitir que las organizaciones civiles más retrógradas vivan de los recursos de la Secretaría de Salud y los utilicen para comprar tangas.

Felicidades Yúnjico y ojala que tengas suficientemente adormecida la conciencia para soportar el día en que los delitos del FOBAPROA ya no sean perseguibles... y lo hayas garantizado tú.

* 03/07/2006

martes, 3 de febrero de 2009

Con el filoso corte de una daga

Con el filoso corte de una daga
escondida en el borde de tu lengua,
pagaste con hiel, lo que con amor se paga
pues no entiendes que, como la luna, el amor mengua.

Amor canalla que nubló mi vista,
canalla es, porque no fué sincero
canalla todo aquél que embista
al que se atreve a amar primero.

No es sin embargo este un reclamo,
sólo un grito de dolor, desvanecido
que se entierra profundo, pues en vano
apela a tu corazón endurecido

De roca tu corazón, que no se inmuta,
navajas tus palabras, que mutilan,
el amor que declaras, tu actuar refuta
cruel veneno tus poros destilan.

Entrega

Te ofrezco estos ojos, que no consienten
dejar de mirarte cuando estás durmiendo,
las manos que el calor de tu cuerpo sienten
y estos labios que juran no estar mintiendo.

Te ofrezco las noches que paso en vela
pensando en la mejor forma de tocarte,
te ofrezco mi alma, que sólo anhela
con ese roce, todo mi ser entregarte.

Pero no puedo dar lo que mi palabra prodiga,
pues no es mío para entregar lo que murmullo
no es, mi amor, que lo que dije ahora desdiga
es que todo lo que te ofrezco, ya es tuyo.

Imposible


Que aventura sería

atravesar la barrera de tu piel
y mezclarme con tu sangre,
recorrer por dentro el espacio
que he recorrido mil veces por fuera,
estar rodeada de ti,
del calor de tus entrañas,
mientras circulo por tus venas
que oprimen fuerte y aceleran el viaje
de regreso al cobijo de tu pecho,
en el que me encuentro detenida.

Despierto, y tu mirada me sorprende,
imaginando imposibles...