lunes, 27 de julio de 2009

Después de las elecciones

Pasamos las elecciones intermedias con la señal más clara sobre el desgaste del modelo político del Estado mexicano: ganó el PRI.

Ganó el PRI porque ellos juegan mejor que ningún otro, el juego sobre el cuál está asentado nuestro sistema de gobierno. Ellos corrompen mejor, ellos manejan los programas asistenciales mejor, ellos importaron el modelo presidencialista hacia la ahora todopoderosa CONAGO, ellos crecieron a través del corporativismo. Ellos crearon el sistema de gobierno y se lo impusieron al PAN, siendo tercera fuerza en el Congreso, hasta llegar a ser mayoría relativa en la Cámara de Diputados.

Además de esto, construyen la imagen del próximo Presidente de México. Un tal Enrique Peña Nieto, que se arma la candidatura a través de coberturas especiales de Televisa, con el apoyo del Grupo Atlacomulco, que acaba de desenterrar a sus más famosos miembros.

El punto de inflexión es el 2000. Fox con su "hoy, hoy, hoy" y toda la gente que cayó en el discurso fácil de que la alternancia por sí misma era la panacea, la salida hacia la democratización del sistema.

La alternancia no es la finalidad de la democracia. La alternancia no es la salida de un sistema presidencialista, que no desmonta su andamiaje con un nuevo partido en el gobierno.

Y ahí estaban todos los seguidores del voto útil, llamando a votar por Fox y nueve años después llamando a anular el voto. La salida fácil, la promoción de la idea que con la simple suma de voluntades individuales cambian las cosas.

El argumento era una falacia con Fox, y era una falacia en 2009. No, el PAN no es más democrático que el PRI bajo las mismas reglas. No cuando pacta con Elba Esther para lograr gobernabilidad. No cuando pacta con Romero Deschamps para manejar los recursos de PEMEX. No cuando comienza promulgando una Ley de Transparencia y después va montando excepción, tras excepción, tras excepción, hasta escudar toda información delicada bajo el argumento de que es "información reservada" o simplemente "no hay registro" sobre el asunto que a la ciudadanía le interesa conocer.

El argumento era una falacia con el autonombrado "Presidente del Empleo", quién resultó ser algo así como el "Presidente de la guerra contra el narcotráfico - salvador de la humanidad" para la estrategia electoral de su partido en 2009.

El argumento es una falacia cuando el pragmatismo nos lleva a concluir: nadie nos representa, no votemos por nadie. Y esa salida, oh sorpresa, le conviene al PRI. Al partido del voto duro, al de los cacicazgos estatales, al de la nueva camada de juniors igual de corruptos, pero más agradables a la vista.

¿Por qué al PRI? Porque el voto "útil" del 2000 es la decepción del 2009. Porque la conclusión simple de que la alternancia iba a cambiar al país se topó con la realidad de la fallida FEMOSPP, de Atenco, de los hermanos Bribiesca, de Martha Sahagún, de Juan Camilo Mouriño, de un gobierno que minimiza la crisis económica y hasta la pobreza de este país. "Ah sí, hay más pobres, pero México siempre ha sido un país de pobres". "Ah no, la Coneval sólo mide indicadores económicos, no los indicadores sociales"... a lo mejor sí somos más pobres, pero los programas de asistencia social van en el rumbo correcto.

La simpleza de argumentos, los funcionarios improvisados que obtuvieron el puesto a través del amiguismo y las cuotas de poder del partido en el gobierno.

Aunado a esto, los indicadores sociales bajan de manera alarmante. El número de pobres creció en los primeros dos años de gobierno de Felipe Calderón (efectivamente, sin contar el año de la crisis) aproximadamente cinco millones de personas. La violencia del narcotráfico aumenta y la impunidad tiene su más reciente y más dolorosa manifestación en el caso de la guardería ABC en Sonora.

Sin embargo el Gobierno, en voz de su Secretario de Desarrollo Social, no ve señales de descomposición social o riesgos de "reblandecimiento del tejido social".

Y el PRI ofrece gobernabilidad. Corrupción, sí, pero con orden, sin guerra en la esquina de su casa. Con pobreza, sí, pero con seguridad social sin desmantelar. Con el presupuesto desviado a campañas políticas, sí, pero con inversión en educación pública.

Viene entonces el voto de castigo al PAN en 2009, como el voto de castigo al PRI en el 2000, sin más hilo conductor que la decepción, sin el ejercicio analítico correspondiente.

México necesita una reforma de Estado, que le permita convertirse en un sistema semi-parlamentario, tener reelección para el Congreso y Presidencias Municipales, aceptar candidaturas ciudadanas, perfeccionar la Ley de Transparencia, atacar al narcotráfico aplicando el protocolo de Palermo, someter a los militares que cometen delitos contra civiles a la justicia civil, etc.

Ya hay propuestas serias al respecto, el FAP tiene una propuesta interesante. Comencemos exigiendo a la clase política sobre una agenda puntual, porque de otra manera, una clase política sorda y una sociedad muda, son una explosiva combinación.

Lourdes Lorence Quiñones