jueves, 3 de febrero de 2011

John Ross 1938 – 2011

“Ross, tú sabes que nunca aprendiste cómo ser un prisionero. ¡Pongan eso en mi tumba, camaradas! ‘Él nunca aprendió como ser un prisionero’”. Extracto del discurso de John Ross “La lucha sigue”.

La frase es de uno de los guardias de la prisión federal Terminal Island en San Pedro California, en donde Ross estuvo preso desde Agosto de 1964 hasta Mayo de 1965, por negarse a servir para las fuerzas armadas de su país en la guerra de Vietnam. Fue el primer miembro de la resistencia pacífica en ser encarcelado por negarse a pelear en una guerra injusta y criminal.

Así fue su vida, era un activista social convencido de la inutilidad de la guerra, crítico de su país por las intervenciones militares alrededor del mundo y su política económica depredadora. Admirador de las comunidades indígenas mexicanas y su lucha por el reconocimiento de sus derechos, simpatizante del movimiento Zapatista y acompañante de los esfuerzos democráticos en México en las campañas presidenciales de Cárdenas en 1988 y de López Obrador en el 2006.

En 2005, la Ciudad de San Francisco lo nombró ganador del premio “Upton Sinclair” de la Unión de Libertades Civiles de América, John Ross rechazó el premió y leyó en la ceremonia, un documento, que tituló “La lucha sigue. Dulce venganza en Isla Terminal” ("The Struggle is Never Done. Sweet Revenge at Terminal Island”). La primera parte del título, explica Ross, se debe al grito de lucha en las manifestaciones mexicanas: “¡Zapata vive, la lucha sigue!”.

En este texto, Ross hace un recuento de varias etapas de su activismo, tanto en Estados Unidos como en México. En el mismo, declara: “Yo no era un pacifista. Yo siempre pensé que tomaría un arma para defender a los nuestros, pero no para matar o ser asesinado en una guerra capitalista”. Contó también, que durante una estancia en la celda de castigo, mientras estaba en prisión, logró mantenerse cuerdo repitiendo el mantra del “tío Ho” (apodo cariñoso para el líder vietnamita Ho Chi Minh): “estar encadenado/ es un lujo/ por el cual competir/ los encadenados al menos/ tienen un lugar donde dormir”.

Los meses de encierro fueron duros para Ross, el dentista de la prisión le arrancó varios dientes y le rompió la quijada. También perdió un ojo, debido a la golpiza que recibió de un policía de San Francisco, en la represión de una de las manifestaciones contra la guerra de Vietnam.

John Ross era escritor, poeta, activista y agitador, según lo define su amigo Tim Redmond, del periódico San Francisco Bay Guardian, en donde Ross era colaborador. También colaboró en los periódicos The Nation, CounterPunch, Pacific News Service y el mexicano La Jornada.

Era un apasionado del jazz, perteneció al movimiento literario de los cincuentas “Generación beat”, movimiento artístico contestatario del “establishment” estadounidense que desarrolló un nuevo enfoque para la expresión literaria, que requería un lenguaje honesto, directo, crítico, sarcástico y mordaz. Este movimiento es el antecedente de la contracultura de los sesentas.

Siguiendo los pasos de dos de los más grandes representantes de este movimiento, Allen Ginsberg y William Burroughs, Ross llega a la Ciudad de México el 26 de Septiembre de 1985, justo después del gran sismo. Ahí se relaciona con el movimiento ciudadano de reconstrucción y posteriormente al movimiento de lucha por la democratización del sistema político mexicano y acompaña a Cuauhtémoc Cárdenas en su gira por el país en la campaña presidencial de las elecciones de 1988.

Vivió desde 1985 en la Ciudad de México, en un cuarto del Hotel Isabel, en el centro histórico y por algunas temporadas en Santiago Tzipijo, Michoacán. Viajó a Chiapas en 1994, cuando se reveló a la luz pública el Ejército Zapatista de Liberación Nacional y escribió varios libros sobre este movimiento.

Ross se hace muy crítico del movimiento zapatista en 2006 (aunque sigue estudiándolo) cuando se organiza La Otra Campaña, pues era un convencido simpatizante del movimiento Obradorista. Denunció el fraude electoral del 2006 en los medios estadounidenses en los que colaboraba, como The Nation y el sitio de internet Democracy Now.

Era un internacionalista. Vuela a Bagdad, la capital de Irán en 2003 para participar como “escudo humano” ante la invasión estadounidense de ese país, sin embargo fue expulsado por Saddam Hussein en respuesta a sus protestas porque el ejército iraní protegía instalaciones de gobierno en lugar de a la población civil. En 2005, después de su discurso en San Pedro California, Ross se encontraba de camino a Estambul para estar presente en las audiencias del Tribunal Mundial para los Crímenes de Guerra en Irak.

Sus correos a su amigo Tim Redmond iban usualmente firmados con alguna referencia a sí mismo. Así, cuando se burlaba de la falta de uno de sus ojos, firmaba “Juan Eye” (juego de palabras para decir en inglés “One eye” que se traduce como “Un ojo”), al momento de su viaje a Bagdad, firmaba “John Ross, escudo humano”, cuando se entera que tiene cáncer hepático terminal firmaba “John Ross, todavía no ha muerto” y en sus últimas correspondencias firmó “En solidaridad John Ross en ruta” (insolidarity johnross enroute).

John Ross muere a los 72 años de cáncer de hígado en la Casa Santiago, una casa de huéspedes en el pueblo de Tzintzuntzan, cerca del Lago Pátzcuaro, dejando un hijo, Dante A. Ross, una hija, Carla Ross-Allen, y una nieta, Zoe Ross-Allen. Según su voluntad, sus restos serán repartidos en Michoacán, la Ciudad de México, San Francisco y Nueva York, su ciudad natal.

Algunos de sus libros son: "Rebellion from the Roots: Zapatista Uprising in Chiapas" (“Rebelión desde las raíces: levantamiento zapatista en Chiapas"), “El monstruo: Dread and Redemption in Mexico City” (El monstruo: Pavor y Redención en la Ciudad de México) “The War Against Oblivion: The Zapatista Chronicles” (La guerra contra el olvido: Crónicas zapatistas).

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