jueves, 26 de febrero de 2009

Onanismo

¿Qué amor más grande a la vida?
¿Qué alabanza más pura a la creación?

Un cuerpo, templo de Afrodita
dos manos, alas de golondrina
el salobre sabor del mar, que envuelve
el vaivén de las olas, que rompen
con ansiedad insaciable, traviesas.

Bate el corazón, tambor asincopado
su sonido enmudece y provoca
marca el ritmo del oceano henchido
que rompe, cada vez más furioso
castigando a la playa, que lo contiene.

Bate ahora, con alas de colibrí
que alcanza la miel, y de ella bebe;
el mar ahora esclavo, sometido
acaricia manso la superficie
que nunca erosiona.

Y es que Eros juega a ser escultor,
juega a tratar de atrapar el viento,
el aire caliente que exhalan los cuerpos
que se aman a si mismos y entonces... al universo.

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