viernes, 30 de enero de 2009

Guerrero en armas

La noticia salió de la nada. El Ejercito Revolucionario del Pueblo Insurgente (ERPI) concede una entrevista al diario La Jornada, publicada el día 25 de Marzo, para anunciar que varias comunidades indígenas de la montaña de Guerrero se unen a su causa y que no esperarán a 2010 para hacer la revolución, la comienzan ahora.


En la entrevista que concede el ERPI, explica que la vía democrática, los partidos, “no van a ser la opción nunca” y por lo tanto, la solución que queda en la mesa es la vía armada.


El planteamiento tiene lógica, la lógica de la pobreza y los problemas nunca resueltos derivados de esta. Denuncian la falta de maestros, de medicamentos e instalaciones para la atención de la salud y demás problemas bien conocidos y extendidos en México. El caldo de cultivo perfecto para el rencor social y el planteamiento de soluciones no menos drásticas que las condiciones en las que viven a diario.


La guerrilla denuncia además que hay grupos paramilitares en Guerrero, preparándose para atacar a sus bases de apoyo. Este último elemento representa un foco rojo más en la ya de por sí compleja problemática del estado, agobiado por el narcotráfico y en medio de un operativo militar estruendoso y poco efectivo para evitar asesinatos de mandos policíacos y ejecuciones entre los propios grupos del crimen organizado.


Todo esto sin olvidar, claro, que Guerrero es y ha sido origen de algunos de los movimientos sociales armados más relevantes de México desde mitades del siglo pasado. También ha sido víctima de la represión cruel del Estado mexicano. A la fecha la Corte Interamericana de Derechos Humanos está por decidir si atrae el caso del señor Rosendo Radilla Pacheco, cantante y compositor de corridos que simpatizaba con el movimiento de Lucio Cabañas, desaparecido en 1974 por el ejército y que abriría paso para llevar ante esta instancia, los cientos de casos de desaparecidos en la llamada “guerra sucia” que tuvo su expresión más brutal en este estado.


La guerrilla tiene elementos objetivos para sostener sus argumentos. El gobierno de Zeferino Torreblanca no ha ejercido su encargo de acuerdo con la plataforma política del partido que lo llevó al poder y los graves problemas del estado lo han rebasado más de una vez. El mal manejo que le dio al problema de los estudiantes de la normal de Ayotzinapa sólo vino a complicarle el panorama, la represión a los movimientos sociales nunca es la solución.


Guerrero es la entidad que tuvo la menor participación porcentual ciudadana en las elecciones federales del 2006, 46.47% de ciudadanos contra un 53.53% que se abstuvo de ejercer su derecho al voto, según datos del IFE. Esta cifra nos confirma que la gente en Guerrero no está convencida de que los partidos políticos representen de alguna manera, algún cambio en la conducción y el ejercicio del poder.


Sin embargo - y en esto se equivoca la guerrilla - tampoco implica que esa gente, decepcionada de los partidos políticos, apoye la causa de las armas. La apatía va en ambos sentidos. Para los partidos que hacen negocio del presupuesto público y para la guerrilla, cuya experiencia de décadas en México, ha probado que el pueblo mexicano no quiere cambios por la vía armada.

Este conjunto de elementos actúa en precario equilibrio: El crimen organizado, la guerrilla, los grupos paramilitares y el ejército… con la sociedad en medio. Es una situación delicada, hay ejecuciones de mandos policíacos, asesinatos de líderes sociales, violaciones a las garantías individuales en los operativos militares, y el escenario empeora.


Guerrero está en riesgo latente de caer en una espiral de violencia de la que será difícil salir, si no se atienden los problemas de fondo.

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