viernes, 30 de enero de 2009

Que se jodan

“Tanto como que se jodan, no… Es una tragedia que lamentar y le extiendo mis condolencias a las familias de estos jóvenes, pero no estaban visitando la sede de un partido político. ¡No! Estaban en un campamento guerrillero, santuario de una organización criminal terrorista reconocida como tal por los países de la Unión Europea y, por cierto, expulsada de México en 2002 por los mismos motivos. Así que, bueno, cada quien sabe en qué se mete: si alguien va como corresponsal, como guerrillero, o como alumno a un campamento de Hamas, o de Al Qaeda, en Irak, o en Palestina, o donde tú quieras, pues tú sabes a qué te metes…”


Esto declaró Jorge G. Castañeda Gutman, Ex secretario de Relaciones Exteriores a Juan Pablo Becerra-Acosta del diario Milenio el día 10 de Marzo a propósito de el asesinato de 4 estudiantes mexicanos en Ecuador a manos del ejército Colombiano.


El señor Castañeda no se caracteriza por dominar el arte de la diplomacia, ni cuando era Secretario de Relaciones Exteriores del gobierno Mexicano (causa del lamentable enfriamiento de relaciones de México con países como Cuba, que le han costado más de un año de trabajo a Patricia Espinosa recomponer), ni ahora que dejó el cargo y se ocupa de su demanda al Estado Mexicano ante la Corte Interamericana de los Derechos Humanos por no permitirle el registro de su candidatura independiente en el proceso electoral del 2006.


Famosa su frase en plena efervescencia electoral de que a Andrés Manuel López Obrador hay que “ganarle a la buena, a la mala y de todas las maneras posibles” y luego no sólo confirmarlo en entrevista con Álvaro Delgado para Proceso, sino adjudicarse la autoría de la “estrategia del miedo” que utilizó el PAN contra su adversario.


Esta frase sería parte del anecdotario de declaraciones inapropiadas del ex funcionario si no reflejara tan fielmente la postura del gobierno mexicano en estos días respecto a los acontecimientos en Ecuador.


Pasmados, en postura tibia y anunciando investigaciones dirigidas a los jóvenes asesinados en lugar de condenar firmemente el ataque ilegal a territorio ecuatoriano y presentar las denuncias correspondientes por los crímenes cometidos contra mexicanos en territorio extranjero, los funcionarios del gobierno federal involucrados más bien confirman que piensan justo lo que el señor Castañeda no tiene empacho en declarar públicamente.


El gobierno mexicano tiene la obligación de velar por los intereses de los mexicanos, lo conducente en materia de política exterior en esta situación y dado que los jóvenes se encontraban en un país que no está en guerra con Colombia y por tanto - contrariamente a lo que opina el señor Castañeda- no se estaban “metiendo” en una situación que representara una amenaza a su vida, es que el gobierno dedique sus esfuerzos a denunciar el crimen y pedir al gobierno colombiano el proceso legal respectivo a los responsables de este.


Más allá de si los jóvenes tenían simpatías por las FARC y las razones por las que se encontraban en el campamento en el que se encontraba “Raúl Reyes”, el asunto que le compete al Estado Mexicano es que cuatro de sus ciudadanos fueron asesinados en otro país, en un ataque violatorio al derecho internacional y una más se encuentra herida y en la indefensión jurídica.


La política exterior mexicana vive un proceso de decadencia, cuyo más bajo nivel se ubicó en el gobierno de Vicente Fox. Perdimos el liderazgo regional, congelamos relaciones con países latinoamericanos y sobre todo, dejamos en la indefensión a los millones de mexicanos que viven fuera de nuestro país, como ha denunciado repetidamente el relator especial de las Naciones Unidas sobre los Derechos Humanos de los Migrantes, Jorge Bustamante.


Si la situación continúa, el mensaje oficial del gobierno federal nos queda claro: que se jodan. La sociedad tendrá la última palabra.

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