viernes, 30 de enero de 2009

Oídos sordos

“A mí me vale Wilson lo que digan de mí, no hay problema, yo estoy tranquilo, duermo muy bien”, dice enojado Vicente Guerrero Reynoso, el alcalde panista de León, Guanajuato cuando se le cuestiona acerca del curso impartido a miembros del Grupo Especial Táctico (GET) de la policía municipal en técnicas de tortura, o como luego nos aclararon, en “resistencia de condiciones límite”.


La frase, si bien poco afortunada, viene confirmando una tendencia reciente – por lo menos en cuanto a la postura pública se refiere - del panismo en el gobierno, pues ante la menor crítica o cuestionamiento no se limitan en encontrar las frases más caricaturescas para dejarnos bien claro, a sus ciudadanos gobernados, cuán irrelevante les resulta nuestra opinión.


Primero Felipe Calderón respondiéndole a Adela Micha - que preguntaba si no le importaba la forma en la que había llegado a la Presidencia de la República - que “haiga sido como haiga sido” el IFE lo había declarado vencedor.


Después vendría la grosera respuesta del gobernador de Jalisco, Emilio González Márquez, a las críticas generalizadas por su donativo, a nombre del Gobierno de Jalisco, para la construcción del santuario cristero que la iglesia católica planea poner en funciones para atraer “turismo religioso” a ese estado. “Yo tengo poco de gobernador, pero a lo mejor ya se dieron cuenta de que a mí lo que algunos poquitos dicen me vale…” nos decía. Después ofreció disculpas por el lenguaje utilizado, pero nada dijo sobre su desinterés por la opinión de los jaliscienses que le critican.


Sigue la lista con Georgina Kessel, la Secretaria de Energía del Gobierno Federal, quien declaraba apenas el 26 de Junio que la consulta popular - que llevará a cabo el jefe de Gobierno del Distrito Federal, Marcelo Ebrard, el 27 de julio - no será tomada en cuenta por el Senado de la República, porque existe ya un compromiso para que al concluir los foros, se comiencen a dictaminar las iniciativas sobre la forma petrolera.


De esta declaración, si bien la menos “folclórica” de todas, podemos anotar por lo menos tres signos alarmantes de la postura del gobierno federal al respecto: el debate que se lleva a cabo en el Senado de la República les resulta, más que un ejercicio para corregir posibles errores en las iniciativas, un estorboso trámite para llegar a la fecha pactada para dictaminarlas. La Secretaria ignora que el diseño del Estado mexicano contempla – a propósito, por cierto - la separación de poderes, y se asume vocera del Senado. Finalmente, nos anuncia que lo que sea que piense la ciudadanía es, para ellos lo mismo que nada, ejercicios inútiles del uso de instrumentos de participación ciudadana que en otros momentos habían merecido de ellos las mejores opiniones.


Finalmente, el alcalde de León, Guanajuato nos regala su “me vale Wilson”, apología del nuevo estilo panista, cuyo fondo parece ser “cualquier declaración es excusable siempre y cuando venga en envoltura de lenguaje que resulte lo menos institucional posible”.


La reiteración de esta postura dejó ya de acaparar la curiosidad sobre qué tanto toman en cuenta la opinión de la ciudadanía sobre sus decisiones, en el ejercicio de su cargo como servidores públicos, y la centró en una interrogante un tanto más triste: ¿de cuántas formas nos pueden decir que la respuesta a eso es “nada”?


Extraño viraje para un partido que apenas el 7 de agosto del año 2000 presentó una iniciativa para hacer del plebiscito y referéndum instrumentos de participación ciudadana y en cuya exposición de motivos explicaba que, la verdadera democracia, no se concibe sin el auxilio de la forma más elemental de la participación ciudadana, es decir sin los votos del pueblo.


La decisión - sobre la mal llamada “Reforma Energética” - se tomó en el año 2006, nos dicen.


Con la mejor disposición a discutir este punto y haciendo de lado que, por ejemplo, de acuerdo con Encuesta Mitofsky, el 30% de la ciudadanía sigue considerando que hubo fraude en dichas elecciones y que el 43% de los mexicanos (a finales de abril, antes de iniciarse los debates) piensan que no deben aprobarse la iniciativa de reforma a PEMEX contra un 36% que opina que sí, podríamos recordarles que la plataforma electoral de Felipe Calderón no proponía, en ninguno de sus puntos, una reforma como la mencionada, por lo que el argumento resulta falso.


Parece que el PAN-gobierno, necesita que le recuerden que su llegada al poder no es un cheque en blanco. Se acercan las elecciones del 2009 y el que aventaja en las preferencias es el PRI, así que como siempre, la agenda de los gobiernos y su disposición a escuchar a la ciudadanía la marcará el calendario electoral, en el mejor de los casos.

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